UN ZOO PARA NACHO


La serpiente me quedó más gorda de lo previsto y no cabía en la cueva que había preparado para ella también de cartón piedra. Se me echaba el tiempo encima y cuando Nacho llegase tenía que estar listo el pequeño zoo que le prometí para su habitación. Amplié el orificio de la gruta y desplacé los árboles de plastilina en los que había instalado dos monos y un koala. Tuve que trasladar también la jaula de leones que hice con albal y cartulina. Y, finalmente, sujeté la trompa del elefante cuando, justo en ese momento, Nacho entró por la puerta. Tendríais que haber visto la ilusión que reflejaban sus ojos. Aunque mayor fue mi satisfacción porque había cumplido mi promesa.
(FOTO:DAMISELA)

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