UN PRESIDENTE DE CARTÓN PIEDRA

Antes que nada matizar que no pretendo realizar una crítica generalista ni contra todo un sector. No sería justo ni inteligente. Sin embargo, voy a criticar. Al igual qu eno me gustan los párrocos, obispos....con miles de euros en vestiduras (y eso no es criticar a la Iglesia ni mucho menos), tampoco me gustan los políticos que no sirven de ejemplo. Hace un par de días veía, a través de todos los canales televisivos italianos (están casi todos "comprados"), las imágenes del Primer Ministro italiano, Silvio Berlusconi, trás una reunión mantenida con el presidente ruso, Vladimir Putin.
He de reconocer que cuando veo a Berlusconi en la televisión no le presto demasiada atención, pero esta vez lo hice, le escuché y la sensación fue extraña, por dos motivos. Uno, su forma de bromear, el comentario exacto y repetidos posteriormente en las noticias, fue que "son necesarios dos para pelear pero para divorciarse basta uno". Era la prepotente respuesta del presidente a una pregunta sobre política nacional. Hacer una declaración del género mientras se sonríe a una población que no atraviesa su mejor momento no me parece lo más indicado. Como tampoco me lo parece la figura de un representante político de máximo nivel cuya cara ha sido operada tantas veces que ha perdido las facciones. Es como si una muñeca de porcelana, de aquellas que se regalaban para la Primera Comunión y guardaban nuestra cama, aquellas que daban màs miedo que otra cosa, te diera consejos y te tranquilizara sobre el futuro político. "No grazie, se l'esempio e Lei, preferisco rimanere povera".
No caeré en el error de criticar al Señor Silvio por sus escapadas a la casa de campo con compañía femenina a la que dobla y hasta triplica, seguramente, la edad. Me parece criticable, por supuesto, pero al fin y al cabo es su vida privada. Allá él y sus votantes, y sobre todo, allá ellas, la compañía. Sin embargo, deja bastante que desear que nos pida paciencia para superar la crisis alguien cuyo sentido del humor es inquietante y que se gasta el dinero público para estirarse la cara cual 'Plasticman'.
Si el ciclo económico indica que la situación debe mejorar, "es natural", dice, el ciclo de la vida indica que hay que hacerse mayor y envejecer. No es nada malo. Lo hará él, yo y todos. El dinero lo maquillará, pero no lo evitará.

UN SABIO


En la vida te cruzas con gente que te enseña. No necesariamente se trata de maestros, profesores, curas o ancianos, sin menospreciar a ninguno de ellos. Es gente sabia que ha aprendido de la vida y que sin necesidad de licenciaturas o masters, te enseña. Así me ha ocurrido no hace mucho. Por cuestiones que no vienen al caso, últimamente estoy visitando bastante un hospital y en una de las ocasiones me encontré con un sabio, con un verdadero maestro. Se trata de un hombre que se llama Cesare (el nombre es ficticio, el caso no), tiene 56 años y cáncer desde hace seis. Hace unos días me marcó.
A pesar de haber pasado varias veces por duras sesiones de quimioterapia y de pasar largos periodos en habitaciones aisladas, solo, él sonreía. Durante el tiempo que compartimos con él, que no fue mucho, no hizo más que pensar en el futuro y planear cosas que le quedaban por hacer, su alto grado de optimismo no decayó ni un solo instante. Daba apoyo moral no sólo al resto de enfermos de la sala, sino a los que no lo estábamos. Aceptaba con resignación su situación, pero con fuerza, planeaba la noche como si fuera la más divertida de las que iba a pasar en su vida. Si había fútbol, ese sería el gran plan y si la cena terminaba con manzanas al horno, ese sería el más exquisito de los dulces…..Cesare me dio una lección, como tantas otras veces me ha pasado. Porque yo sigo aquí preocupando por mis kilos de más o de menos, por permitirme un par más de vaqueros o por conseguir un trabajo que me guste. Me pongo en primer lugar porque no quiero resultar prepotente, pero creo que lo hacemos todos. Somos egoístas, nos miramos en el espejo y nos enfocamos con la luz, ensombreciendo el resto del mundo. Sin pensar, que la vida da muchas vueltas, muchos giros inesperados, y quizás un día nos despertemos en la sombra, en el otro lado, en el de “eso sólo les sucede a los demás”. Un día podemos ser los demás y sólo un modo de vida discreto, honesto y optimista nos ayudará a sobreponernos a una catástrofe. No lo hará una talla 38, ni un A4, ni el último modelo de chaqueta de Emporio Armani, no lo hará. Tampoco lo harán las mejores notas obtenidas, ni un puesto privilegiado de trabajo, ni ir a misa todos los domingos (que no se ofenda nadie). No nos salvará. Es cuestión de suerte, fortuna o destino….como lo queramos llamar, no depende de nosotros. Quizás nos salve tener más empatía, abrirnos un poco al mundo y aprender que es demasiado grande como para cerrar puertas, mirar espejos en lugar de ventanas o centrarnos en nimiedades. Quizás nos salve sonreír cuando damos los buenos días o aprender que las desgracias existen y pueden ocurrir a todos. Quizás nos salve cada día sentirnos bien sólo por estar vivos, tener familia, tener amigos y poder caminar. (FOTO: Sopeña Balordi)