ESPEJOS Y ESPEJISMOS


Nunca me han gustado los espejos. Me parecían arrogantes, traicioneros y crueles. Evitaba los espejos, su reflejo y su forma de recordarme constantemente lo que yo era que, dicho sea de paso, no me gustaba. Es más, me condicionaba negativamente. Me ha costado mucho entender que siempre he sido yo quien ordenaba al espejo lo que me tenía que enseñar, la imagen que tenía que devolverme de mí misma. El pobre espejo no era más que un mensajero.
Los poderes de la mente son totalmente sorprendentes, inconmensurables, dan miedo. Desde hace ya algún tiempo he dejado de huir de los espejos, cuando miro y no me gusta, cierro los ojos para recordarme que puedo verme sin mirar. Después vuelvo a abrir los ojos y el resultado suele ser un poco mejor. No siempre, claro está, pero el resultado suele ser mejor. Un buen método es sonreirle al espejo, reirte de él, te sonríe y tu te sientes mejor. Aunque parezca una tontería, estoy convencida de que no lo es. Un gesto tan insignificante puede condicionar una mañana de caótico trabajo, la cola en el Inem o un semáforo eternamente en rojo. Si me apuras, diré también que la vida es como un espejo. Si la miras sonriendo, ella te sonríe también. No soy tan ingénua como para creer al pie de la letra estas teorías. Soy consciente de que hay días en los que el sentirnos desgraciados se convierte en la más indiscutible de las realidades. Sin embargo, en frío y haciendo balance, sé que hay parte de razón en ello. Una buena predisposición puede ayudarnos a tener una mejor suerte...quizás....almenos por intentarlo tampoco es que se pierda nada, no?
Creer en estas cosas me ha costado desengaños, sonrisas frustradas y fingidas, lágrimas de soledad y resignación...pero si en un futuro el espejo más veces que menos me devuelve sonrisas y soy yo quien colabora a ello, sabré que el camino era acertado y habrá valido la pena.
Si ya no me vienen ganas de romper espejos y espejismos por las mañanas. Si sé hablar de las pequeñas cosas aunque no entienda nada de física cuántica, sabré que el camino no era equivocado y sonreír, habrá valido la pena. (FOTO: ALVARO RUIZ)