CAMPANILLA

No consigo recordar qué es un hada.
Cuando Peter Pan me presentó a Campanilla en el país de Nunca Jamás, le prometí que siempre recordaría el camino desde mi cama hasta allí. Ella era alegre, risueña y jovial. Desprendía luz y me trasmitía confianza, como una ligera sensación de que no tenía que tener miedo a soñar, a volar.
Cada noche, le contaba problemas que había tenido en el cole, lo poco que me gustaban las matemáticas o me quejaba por las verduras que mi madre me había obligado a engullir. Campanilla me decía que las verduras me hacían fuerte y que las matemáticas me ayudarían a saber utilizar mi inteligencia cuando fuese mayor.
Un día, me advirtió que con el tiempo, me sería más difícil creer en ella y yo me enfadé, indignada por la poca confianza en mí, que encerraban aquellas palabras. Campanilla, efectivamente, no se equivocó y mil años después he comprobado que tenía razón.
Hoy mis alas no se acuerdan de volar.

MI CAJA DE GALLETAS

Guardo mi caja de galletas en la estantería. Es de esas viejas tan ornamentadas que siempre tenía mi abuela en casa y que encerraban pequeñas pastas de té, buenísimas por cierto. Los bordes son azules pero dentro tiene dibujadas postales y estampas de la Londres del siglo pasado. Aparentemente no es más que una vieja caja de lata oxidada llena de entradas de cine, sin embargo, esconde secretos, miradas, sonrisas y hasta mis miedos. La última vez que la abrí encerré una ilusión, que por imposible no podía llevar conmigo…sin embargo, no fui capaz de deshacerme de ella, así que la metí en mi caja de secretos.
En mi caja de galletas también escondo los momentos especiales que suceden cada día, los que quiero recordar de vez en cuando porque me ayudan a seguir adelante. Guardo las canciones de la banda sonora de mi vida y guardo las miradas que me han hecho estremecer. En mi caja de galletas guardo mi primer beso, que no me gustó, es cierto, pero le tengo cariño. Lo bueno de mi caja de secretos es que no tiene fondo y nunca me dice que no caben mis pequeños grandes tesoros…en mi caja de galletas hay un hueco para ti.
Para cuando me regales un momento, un suspiro, una mirada….ya sabes, es la caja de mis imposibles y de mis ilusiones frustradas. La caja de mis musas y mi inspiración. En mi caja de galletas, ya te digo, hay un hueco para ti.

MARIO-DUALIDAD

Cada mañana al despertar en su lujosa mansión el señor Toledano se preparaba para ir al trabajo: comía un buen desayuno, leía el periódico, escuchaba alguna melodía en su lujoso reproductor de música admirando los cuadros comprados en galerías de Nueva York...Una vez relajado se dirigía a la actividad más importante: la preparación de su atuendo. Tenía que cuidar bien la imagen. Con esto en mente emprendía la tarea de ataviarse de mendigo para así pedir monedas por la calle.

LA PRINCESA Y EL OGRO

La princesa Margarita empezó a gritar cuando vio la cabeza del ogro asomarse a la ventana de la torre oeste de su castillo. Había trepado con una cuerda y estaba ya metiendo una pata, porque aquello no eran pies, en su habitación. ¡No me mates –gritaba- no me hagas daño! Sin embargo, apartó de sí la histeria cuando vio que una lágrima resbalaba por la mejilla peluda del ogro.

EL PATRÓN

Desde que tenía uso de razón, Joaquín recordaba a sus padres discutiendo. Voceaban por cualquier cosa, hasta el punto de insultarse. Cuando era pequeño lloraba, después protestaba. Más tarde, les regañaba y como no le hacían caso, se encerraba en su habitación y ACDC no le permitían escuchar los gritos al otro lado de la puerta. Ahora, con 35 años, discutía con su mujer mientras su hijo Nacho, de tres años, miraba la tele en el salón.

A JOSÉ ANTONIO PARRA

Me siento frente a un papel en blanco con la intención de plasmar lo que siento por ti desde que te conozco. Desde que nací. Tengo miedo. Sería fácil recurrir a la tradicional cursilería y decirte que “te quiero” o que “te necesito”, algo que es bien cierto, pero no es esa mi intención al escribir esta carta porque creo que es quedarme muy por encima de lo que realmente quiero decirte. Por este motivo, intentaré explicarme mejor.

Papá, escribo esta carta por lo mucho que significas para mi. Porque has sido mi referencia en los momentos más difíciles y confusos que he atravesado y también en los fáciles. Porque eres la primera persona a la que quiero comunicar cualquier cosa positiva que sucede en mi vida, un detalle, una buena noticia, un encuentro inesperado, una alegría o cualquier pequeño logro. Sabes? Todas esas pequeñas cosas que son realmente importantes y que van haciendo que el día a día merezca la pena. Todo eso es lo que yo te quería contar, papá.

En estos momentos, siento la obligación auto impuesta de dejar constancia de lo que has aportado a lo largo de estos años para que otros sean testigos. Es mi pequeño homenaje. Papá, estoy en deuda contigo.

Necesito que sepas que recuerdo cada palabra, cada meditado consejo, cada sonrisa que me has dedicado cuando yo, por mi forma de ser, pensaba que el mundo se derrumbaba bajo mis pies. No he olvidado las palabras de apoyo ni la claridad de tus opiniones sobre cada uno de mis pasos en la vida. Una lágrima de orgullo llena mis ojos cuando hablo de ti. No puedo evitarlo, papá.

Recuerdo cuando me escuchabas con atención mientras yo te contaba mis grandes batallas en el cole, mis pequeñas victorias, o mis rabietas. Un examen aprobado, el elogio de un profesor, los deberes hechos a su hora…todo parecía importarte, papá.

Recuerdo cuando intenté irme de casa porque discutí con mamá, como tantas veces. Preparé mi maleta y antes de llegar a la calle me crucé contigo. Venías de trabajar. Me escuchaste y me diste la razón, consciente de lo desdichada que me sentía. También viene a mi memoria aquella temporada en la que no podía dormir y me asustaba la oscuridad. Tú te tumbabas a mi lado y esperabas a que conciliara el sueño. Sin embargo, tras algunas semanas, te diste cuenta de que no era la solución. Por ello, me dejaste sola. Sabías que tenía que superarlo por mi misma y lo hice. Y ese es un ejemplo que se puede trasladar a cada uno de los ámbitos de mi vida.

Siempre has confiado en mi, en mis posibilidades, has aplaudido mis logros lo justo como para que no me confiase y fuese consciente de que la vida no es fácil. Me has enseñado a volar, papá. Y has hecho de mí una persona fuerte a base de hablarme cuando yo no quería escuchar. Gracias por ello.

Siempre has intentado protegerme porque has tenido la capacidad de ver los problemas antes de que llegaran. Algo que yo no conseguía entender y que me daba rabia, lo reconozco. Tu faceta de observador (y los años, claro) te daban ventaja. Como yo no te hacía caso, luego, en la mayor parte de los casos, me tocaba darte la razón y reconocer mi error. A pesar de hacerlo a desgana, en mi interior te admiraba más. Siento no habértelo dicho. Lo siento, papá. Puede que mi orgullo me lo impidiese. No lo sé.

Tenías la capacidad de hacer las cosas más fáciles. Nada tenía la importancia inicial después de hablar contigo. Y eso, créeme, es un alivio. En ocasiones, es necesario que alguien te ayude a ver que un problema, en el que yo sola me he metido, tiene una solución y que está a tu alcance. En mi caso, ese alguien eras tú. Gracias por ello, papá.

También necesito que sepas que no me he sentido tan inútil en mi vida como cuando te he fallado o no he sabido como ayudarte. Cuando no he podido contribuir a que fueras un poquito más feliz o no he cumplido con tus expectativas. Cuando tuviste una época dura y no supe verlo o, peor aún, cuando lo supe no sabía qué hacer por ti. Lo siento, papá.

No puedo acabar sin decirte que te quiero, papá. Que te quiero de veras y no creo que haya un amor en el mundo más puro que el que yo siento por ti. Es un sentimiento incondicional, lleno de orgullo y admiración, porque sin ti en mi vida, no sería yo y no creo que fuese mejor persona. Porque tu contribución me ha hecho fuerte y me ha enseñado a establecer una escala de valores que hoy defiendo con firmeza. Ese es mi tesoro, papá, lo que realmente soy y lo que espero seguir siendo en mi futuro. Y necesito que sepas, papá, que estés donde estés, te querré siempre y, al recordarte, sonreiré y seré feliz, como siempre me has pedido.

MAGIA

"Algún día se enterarían de quién era el que movía el espejito". Esta era la única idea que tenía Mario en mente cuando, su hermanastra Sara, de 10 años, bajaba al jardín para practicar magia. Mario, de 30 años y con Síndrome de Down, estaba enamorado de aquella niña. Quería protegerla, hacerla feliz y este era el objetivo que se había marcado en la vida.
Sin embargo, ella le menospreciaba en público, le ridiculizaba. Cada día, a la una de la tarde, Mario se escondía detrás de uno de los setos del jardín con un espejito que guardaba de su madre y lo movía siguiendo los rayos del sol. Así, Sara pensaba que era ella quien, con sus manos, podía manipular la luz.

TORTURA Y MALOS TRATOS: SUBSUELO DE ALGUNOS PAÍSES QUE PRESUMEN DE PROGRESO

Las contradicciones de un mundo que avanza y retrocede al mismo tiempo nos hacen plantearnos si estamos haciendo las cosas bien. Países como EEUU tienen cárceles de cinco estrellas y al mismo tiempo legitiman la tortura y los malos tratos. En el día mundial de apoyo a las víctimas de la tortura, organizaciones como amnistía internacional, denuncian que en 102 países del mundo se registran casos de tortura y malos tratos a manos de las fuerzas de seguridad, la policía y otras autoridades del estado. Así, casos como los de EEUU, se dan en China, Argelia, Egipto, Marruecos, Irak, Méjico, Rusia o Brasil. Es preocupante, no sólo el hecho de que hoy en día no todas las naciones tomen medidas para erradicar todas las formas de tortura, sino que algunos de ellos, incluso las estén fomentando, mientras otros cierran los ojos o permiten que se practiquen en su nombre.
El uso de la tortura nunca está justificado, por lo que la comunidad internacional debe oponerse firmemente a los intentos de legitimar este tipo de prácticas que infringen el derecho internacional que prohíbe absolutamente la tortura, incluso en estado de guerra.

NOMBRES Y APELLIDOS
En el último año salieron a la luz más indicios de abusos sistemáticos perpetrados por Estados Unidos y sus aliados en el contexto de la “guerra contra el terror”, como reclusiones secretas, desapariciones forzadas y torturas y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes. Muchas de las personas recluidas en Guantánamo y en otros lugares llevan años detenidas sin juicio y han sido sometidas a técnicas de interrogatorio que equivalen a tortura o malos tratos. Las pocas personas detenidas en Guantánamo contra las que se han formulado cargos se enfrentan a tribunales militares que admiten pruebas obtenidas bajo tortura y que socavan el derecho de los acusados a disponer de asistencia letrada adecuada. Estos tribunales distan mucho de cumplir las normas internacionales, y este hecho, junto con la naturaleza de la reclusión de los sospechosos, comporta la probabilidad de que las declaraciones de culpabilidad sean de por sí poco fiables. Una de las novedades más peligrosas ha sido que Estados Unidos ha desafiado abiertamente la prohibición absoluta de la tortura y los malos tratos, y esto ha fomentado que otros gobiernos hicieran lo mismo. Guantánamo, los centros de detención secreta y la externalización de la tortura mediante entregas “extraordinarias”, en numerosas ocasiones con la complicidad de gobiernos europeos, se han convertido en símbolos ostensibles del abuso de poder por parte de Estados Unidos y en una motivación para que otros gobiernos rechacen el Estado de derecho y para que los grupos armados no lo respeten. En Egipto, Jordania, Siria, Túnez y Yemen se enjuició a presuntos terroristas y opositores políticos ante tribunales militares o especiales y en muchos casos se los declaró culpables en juicios injustos sobre la base de “confesiones” presuntamente obtenidas mediante tortura. Los gobiernos de Egipto y Pakistán manipularon el miedo a atentados terroristas para promulgar leyes que minaban derechos humanos fundamentales y para justificar violaciones de derechos humanos, como la tortura y los malos tratos, la detención arbitraria y la negación de un juicio justo.

AUTORIDADES
Los gobiernos pueden hacer muchas cosas para fomentar la erradicación de la tortura y los malos tratos en otros países: a través de sus embajadas pueden observar la práctica de la tortura en un determinado país y plantear sus motivos de preocupación al gobierno pertinente. También hace falta que se den pasos para controlar el comercio de material utilizado para administrar torturas. No caben excusas, ni justificaciones banales, ni amenazas. No cabe posibilidad alguna de explicar el por qué de palizas, agresiones y malos tratos. No caben cortinas de humo que escondan lo que no queremos ver. La realidad es una, verla depende de nosotros mismos.

ÁNGEL DE LA GUARDA

Cierro los ojos
y percibo una silueta que se acerca.

La sombra se coloca frente a mi
y unos brazos fuertes y protectores me rodean.

Entonces me doy cuenta.
Eres tú, que estás conmigo.
Sigues ahí, jamás te has ido.

Sigo sin abrir los ojos,
susurrás algo en mi oído.
No puedo olvidar sonreír
todo vuelve a tener sentido.

FUGACIDAD

Un rostro cansado mira a través de la ventana,
la lluvia resbala sobre un fracturado cristal.

De repente siente nostalgia, al recordar otros tiempos
en los que los días venideros se ofrecían mejores.

Ahora, con varias decenas de años a su espalda
no alcanza a entender cómo la vida
se le ha escapado de las manos.

EL POR QUÉ DE PESCAR ESTRELLAS

Alguien, a quien aprecio, me describió como una pescadora de estrellas y he de reconocer que al principio no me agradó la descripción, quizás por lo de la “pesca”. No me sonaba bien. Cuando tuve un poco de tiempo para meditarlo, me dí cuenta de que quizás sí fuese una buena forma de mostrarme. UNA PESCADORA DE ESTRELLAS.
No sé si pesco estrellas, pero sé que las persigo. Y las persigo porque sé que son escasas. Cuando levantamos la vista vemos, en las noches despejadas, una gran cantidad de astros. Sin embargo, muchas nos quedan muy lejos y otros son falsos e imaginaros, estoy segura. Son sólo espejismos, fachadas, estrellas hipócritas que resultan ser diferentes a lo que prometieron ser.
Algo similar ocurre con las personas. Yo persigo a las personas auténticas y firmes a su escala de valores. Tan imperturbables como moderadas y tolerantes. Busco personas de las que hacen la vida más fácil y que no han sido pervertidas por la sociedad actual. Por su continuo vaivén. Por un contexto en el que el tiempo es el mejor tesoro, las sonrisas tienen un precio y el respeto no es obligado.
Pesco a las estrellas porque quiero tenerlas conmigo. Si, egoísta, lo sé. Sin embargo, mi anzuelo no duele. También de ello estoy segura.

Sigo creyendo en las personas, en la música, en el poder de las palabras y en la capacidad del ser humano para cambiar las cosas. Confío en cambiar un día mi mundo, mejorarlo y desconfío de la gente que no me invita a intentarlo. Creo en un día de descanso en la montaña sin más compañía que el silencio, creo en el amor para siempre, creo en la inocencia de los niños y en el agradecimiento de los ancianos. Creo en las ganas de vivir, de seguir adelante y en las ganas de bailar. Creo en la sinceridad, en la dignidad y en el desgaste que supone querer gustar a todos. Creo en la obra de Coelho, en la innovación de Picasso y en las canciones de Ismael Serrano. Creo en Pongo y en Perdita, en el destino y en la muerte. Y como esto, aunque suficiente, no es en lo único que creo. Creo que merece la pena perseguir estrellas y rodearse de ellas cuando las cosas no van bien. Si bien es cierto que las estrellas no solucionan los problemas, también es cierto que aportan luz a la oscuridad.