la espera

Compré para esa noche dos palabras envasadas al vacío. Quería que fuese una noche especial. Pero tú te demoraste y a mí se me quemó la cena, las palabras se quedaron en nada, se volvieron ceniza. Cuando llegaste, nos miramos a la luz de las velas sobre el hueco de los platos. “Inventemos algo —te dije— que no vendan los supermercados”. Entonces tu me cogiste la mano entre las tuyas y yo no supe más que sonreír...

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