MAGIA

"Algún día se enterarían de quién era el que movía el espejito". Esta era la única idea que tenía Mario en mente cuando, su hermanastra Sara, de 10 años, bajaba al jardín para practicar magia. Mario, de 30 años y con Síndrome de Down, estaba enamorado de aquella niña. Quería protegerla, hacerla feliz y este era el objetivo que se había marcado en la vida.
Sin embargo, ella le menospreciaba en público, le ridiculizaba. Cada día, a la una de la tarde, Mario se escondía detrás de uno de los setos del jardín con un espejito que guardaba de su madre y lo movía siguiendo los rayos del sol. Así, Sara pensaba que era ella quien, con sus manos, podía manipular la luz.

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