SIN QUERER


Empecé a quererte sin querer, porque no quería quererte.
Sin querer quererte, te estaba queriendo,
siempre sin querer.
Empecé a quererte sin querer
porque entraste abriendo todas las puertas, entraste haciendo ruido. Con paso firme y decidido.

Empecé a quererte sin querer
porque no esperaste respuestas, ni siquiera preguntaste. Tú, simplemente estabas.

Empecé a quererte sin querer
por autoconvencerme de que jamás te querría. De que no podía quererte.
De que no debía quererte.

Y así, sin querer quererte,
me acostumbré a tu presencia, a tu cercanía,
a tus defectos, a tu risa.
Me acostumbré a tus abrazos, a tus sueños,
me acostumbre a tus zapatos, a tu olor, a tu azul.

Sin quererte querer, me acostumbré a absurdas discusiones,
a tu no entenderme nunca. A tu nevera vacía.

Sin querer quererte, me acostumbré a tu estúpida coraza, a tus sonoros suspiros
y a tus críticas hacia mi café, hacia mi pijama.
Me acostumbré a tu cantar desafinado, a tus insaciables ganas de dormir y a tu mal despertar.

Y así, sin quererte querer, me di cuenta de que formabas parte de mi vida,
sin querer quererte, me di cuenta de que te quería.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Echo de menos entrar en este Blog y no ver
escritos nuevos. No dejes de escribir. Me gusta como escribes y a mi me alegras el día.

Anónimo dijo...

Echo de menos entrar en este Blog y no ver escritos nuevos. No dejes de escribir. Me gusta como escribes y me alegras el día.

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