CARROÑA


Esta mañana al despertar he decido quedarme al otro lado del espejo y no venir a afrontar mi rutina a esta parte, como cada mañana. Desde allí, con una perspectiva mucho mejor y fiable, he visto la podredumbre en la que nos movemos. Por poner un ejemplo, diré que he visto como decenas de personas mayores, de las que no pueden valerse por sí mismas, personas dependientes, son obligadas a firmar cheques en blanco y tickets de compra por valores elevados y no tan elevados, a cambio de nada, y sin saber siquiera lo que firman.

Las personas que les cuidan se aprovechan de sus pocos dineros, les hablan mal y les hacen sentir un incordio, un agobio…..hasta el punto de que desean morir y pasan tristes los últimos días que les quedan. Y, la cosa se puede poner peor, a veces son los propios hijos quienes lo hacen, quienes se comportan de este modo. Es una realidad, algo que sucede más de lo que pensamos y que, sin embargo se esconde. No lo podemos denunciar, porque no hay pruebas, no hay testimonios, no hay voz…..hay ojos tristes que lloran resignados con ganas de cerrarse para siempre. Alguien abría el otro día los míos sobre este asunto. Y si, a veces nos comportamos como carroña.

Al otro lado del espejo se está mejor. Más a gusto y tranquilo. Allí la gente se trata con respeto por el simple hecho de ser gente….sin tener en cuenta dinero, estudio, padres, madres o melocotones en escabeche. La gente se trata bien, se sonríe al pasar y da los buenos días. No existen las puñaladas traperas y los cuchillos sólo se usan para cocinar. A mi, sólo me han permitido quedarme un ratito. Creo que pocos de nosotros pasaríamos por el filtro exigido para podernos quedar a vivir….
(Foto: Santi Tabarca)

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